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ANÁLISIS | Conclusiones de un fin de semana sombrío para los republicanos en unas elecciones que no terminan

Ángela Reyes Haczek

(CNN) — Fue un fin de semana decepcionante para los republicanos y para el expresidente Donald Trump, ya que los demócratas lograron mantener el control del Senado por dos años más y frenaron una ola roja en la Cámara de Representantes, cuyos resultados definitivos siguen sin saberse seis días después de las elecciones.

El fin de semana fue un momento de reivindicación para el presidente Joe Biden, cuyo partido desafió la historia al evitar una paliza en las elecciones intermedias, y un momento revelador para algunos republicanos que se habían atado a sí mismos a las mentiras de Trump sobre el fraude electoral.

Incluso cuando el Partido Republicano parece marchar lentamente hacia el control de la Cámara de Representantes — prometiendo hacerle la vida profundamente incómoda a Biden durante el resto de su mandato con investigaciones sobre su administración e incluso sobre su hijo, Hunter— la probable mayoría republicana será más pequeña, y por lo tanto más díscola, y los legisladores más radicales tendrán más influencia.

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En momentos en que Trump presiona con un lanzamiento de campaña fijado para este martes 15 de noviembre, perder el Senado por parte del Partido Republicano y las carreras competitivas en todo el país plantearon nuevas preguntas sobre sus posibilidades de recuperar la Casa Blanca. Mientras tanto, la derrota de varios negadores de las elecciones de alto perfil impulsó la campaña global de Biden a favor de la democracia —una parte central de su mensaje de campaña 2022— mientras se dirigía a Camboya para mantener un diálogo con el líder chino Xi Jinping y mientras se prepara para una posible revancha con su predecesor.

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Los demócratas se aferran al Senado tras las elecciones

Los partidos políticos no tienen sentido si no ganan poder. Así que es obvio por qué los demócratas están celebrando la victoria de la senadora Catherine Cortez Masto en Nevada el sábado por la noche, que les dio su escaño número 50 y el control del Senado.

Sin embargo, no habrían llegado a este punto sin la victoria de John Fetterman la semana pasada en Pensilvania, donde los demócratas consiguieron un escaño del Partido Republicano. Si los republicanos hubieran conservado ese escaño, el control del Senado se habría reducido a la segunda vuelta de Georgia en diciembre, que, aunque sigue siendo enormemente importante para configurar el equilibrio de poder, ahora importará menos que las segundas vueltas de 2021 que dieron a los demócratas el Senado en las últimas elecciones.

El control del Senado es muy importante por múltiples razones, sobre todo porque al conseguirlo en condiciones políticas muy poco prometedoras, los demócratas consolidaron el resultado más sorprendente para el partido de un presidente en funciones en unas elecciones intermedias desde George W. Bush en 2002.

“Creo que una cosa que los expertos y los pronosticadores pasaron por alto fue que en todos los anuncios incendiarios que cubrieron las ondas de radio y TV durante semanas, la gente sabía que los demócratas estaban consiguiendo cosas para ellos”, dijo el sábado por la noche el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, después de que CNN y otros medios de comunicación proyectaran el resultado de Nevada.

El fracaso en Nevada y en hacerse con el control del Senado ya está teniendo repercusiones dentro del Partido Republicano en la Cámara Alta. El senador de Florida Rick Scott, presidente del brazo de campaña de los republicanos del Senado, y el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham han hecho llamados a retrasar las elecciones del liderazgo previstas para el miércoles hasta después de la segunda vuelta de Georgia. Scott dijo que había sido abordado por “un montón de gente” para que se presentara contra el líder de la minoría, Mitch McConnell, con el que había tenido importantes desacuerdos sobre los mensajes durante las elecciones intermedias. Sin embargo, es probable que a muchos legisladores les pase desapercibido el hecho de que el partido se quedó corto bajo la dirección de Scott.

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Lo que es más importante, la permanencia de los demócratas en el poder da a Biden dos años más para rehacer el poder judicial y contrarrestar la afluencia de jueces conservadores confirmados durante la presidencia de Trump. En el caso de que se produjera una vacante en la Corte Suprema, un Senado dirigido por los demócratas tendría una buena oportunidad de instalar un nuevo juez para empezar a debilitar la actual mayoría conservadora.

El hecho de que los republicanos no consigan hacerse con el control significa que la Casa Blanca se ahorrará una implacable avalancha de investigaciones y citaciones en el Senado que coincidan con las que probablemente salgan de la Cámara de Representantes si, como se espera, el Partido Republicano consigue finalmente la mayoría en esa cámara. Esto representa un importante beneficio personal y político para Biden.

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Y aunque una Cámara de Representantes republicana supondría pocas victorias legislativas para el presidente, Schumer podrá proteger a sus senadores de votaciones difíciles que podrían perjudicarles en las campañas de reelección en 2024, cuando tengan que defender escaños en estados difíciles como Montana, Ohio, Nevada y Arizona.

El desempeño inesperadamente fuerte de los demócratas, que dejará a ambas cámaras esencialmente divididas por la mitad, significa que las elecciones presidenciales de 2024 son aún más críticas. Un candidato popular de cualquiera de los dos bandos podría tener un fuerte arrastre y llevar a su partido al monopolio del poder en Washington.

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Los números finales en el Senado no se conocerán hasta la segunda vuelta en Georgia, el 6 de diciembre, que enfrentará al senador demócrata Raphael Warnock y al candidato republicano Herschel Walker. Si Warnock, que se presenta para un mandato completo de seis años, aguanta, los demócratas tendrán una mayoría de 51 contra 49.

Un margen de dos escaños es claramente mejor para los demócratas que tener que depender del voto de desempate que ejerce la vicepresidenta Kamala Harris. También les da un pequeño colchón si uno de sus miembros se enferma o se incapacita y disminuye la posibilidad de que pierdan su mayoría en algún momento del nuevo Congreso.

Un margen de 51-49 también supondría una mayoría a prueba de Joe Manchin, lo que significa que el senador demócrata moderado de Virginia Occidental podría no disfrutar del poder de veto que ha mantenido los dos últimos años sobre las intenciones de Schumer. Si Manchin decide presentarse a la reelección en 2024 en un estado en el que Trump ganó a lo grande en dos ocasiones, es probable que se convierta en un voto aún más duro para el liderazgo demócrata. A principios de este mes, por ejemplo, el senador del estado del carbón arremetió contra el presidente por sus políticas sobre el cambio climático.

Y una clara mayoría para los demócratas significa que Schumer no necesitaría un acuerdo con McConnell para repartir las asignaciones de las comisiones y tendría mucho más control sobre el proceso, un hecho que Biden, veterano del Senado, señaló al reaccionar a la victoria del Senado en Phnom Penh durante el fin de semana.

Los republicanos aún no han logrado el control de la Cámara de Representantes

En un momento de bravuconería a última hora de la noche electoral, el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, dijo a los activistas que dejaron en suspenso una fiesta por la victoria: “Cuando se despierten, estaremos en la mayoría”.

Seis vergonzosos días después, sigue esperando. Los resultados finales dependen ahora de las elecciones en California, Arizona y Oregón, que puede que tarden días en finalizarse, lo que subraya el rendimiento decepcionante del Partido Republicano. Los republicanos tienen actualmente 212 escaños en la Cámara y los demócratas 204. Se necesita un total de 218 para obtener la mayoría.

Sigue siendo muy probable que los republicanos controlen la Cámara con una estrecha mayoría. Los demócratas necesitan una carrera casi perfecta en los escaños restantes para mantenerse en el poder y es improbable que suceda. Pero las predicciones de McCarthy de una gran victoria se volvieron en su contra y están haciendo que su esperado camino suave hacia el liderazgo sea más bien rocoso.

Los partidarios de línea dura del Freedom Caucus de la Cámara de Representantes exigen grandes concesiones —que podrían dejar inoperante su liderazgo— a cambio de apoyarle para el puesto principal. Esos legisladores más extremistas también podrían aprovechar la escasa mayoría del Partido Republicano para poner la Cámara al servicio de la campaña de Trump en 2024. CNN informó el domingo que el representante de Arizona Andy Biggs está considerando desafiar a McCarthy en las elecciones de liderazgo de la Cámara, un movimiento que podría, en última instancia, debilitar al actual líder de la minoría y exponer el enojo sobre el desempeño del Partido Republicano, incluso si su equipo insiste en que tendrá los votos para ser presidente de la Cámara.

Mientras que la derecha radical pro-Trump buscará dominar el Partido Republicano de la Cámara si es que obtiene una mayoría, lo cierto es que los republicanos consiguieron algunos escaños clave de la Cámara que mantenían los demócratas, y algunos de esos republicanos entrantes probablemente estarán entre los miembros más vulnerables del partido en 2024. No está claro cómo McCarthy conciliará sus necesidades con la bancada de Trump, que está deseando someter a Biden a juicio político.

Mientras emerge una batalla por el liderazgo republicano de la Cámara de Representantes, el limbo actual significa que la esperada lucha demócrata para suceder a Nancy Pelosi está congelada. La presidenta de la Cámara de Representantes dijo el domingo en el programa “State of the Union” de CNN que no tomaría ninguna decisión mientras no estuviera decidido el destino de la Cámara. Tras el brutal ataque contra su marido, la presidenta de 82 años dijo que en su futuro podrían pesar consideraciones familiares y políticas. Pero no reveló su jugada.

“No voy a pedirle nada a nadie. La gente está haciendo campaña, y eso es algo hermoso”, dijo quijotescamente la demócrata californiana a Dana Bash, de CNN, cuando se le preguntó si podría sentirse motivada para seguir como líder. “No estoy pidiendo nada a nadie. Mis miembros me piden que considere hacerlo. Pero, de nuevo, pasemos primero las elecciones.

‘Tres strikes y estás fuera’

Un amplio grupo de líderes republicanos y analistas políticos culpan a Trump de haber endilgado a candidatos extremos y que no se habían probado aún en las competencias un mensaje fallido: la obsesión con sus falsedades sobre el fraude electoral de 2020.

“Creo que es básicamente la tercera elección consecutiva en la que Donald Trump nos cuesta la carrera. Y es como tres strikes y estás fuera”, dijo el gobernador republicano de Maryland, Larry Hogan, en “State of the Union” el domingo.

El problema con la analogía de Hogan es que incluso cuando Trump ha estado en un momento bajo desde el punto de vista político —después de la ola azul de 2018 en la Cámara de Representantes, su pérdida de las elecciones de 2020 y la insurrección del Capitolio de 2021— no ha perdido terreno con la ferviente base republicana que lo puso en el camino a la Casa Blanca en 2016 y todavía lo adora.

Trump esperaba salir de este fin de semana en una ola de euforia republicana después de unas elecciones excelentes que esperaba reclamar como suyas y usarlas para impulsar su campaña por la candidatura presidencial republicana de 2024.

Sin embargo, algunos de los candidatos favoritos de Trump, como Mehmet Oz de Pensilvania en la carrera al Senado y Doug Mastriano en la carrera a gobernador, perdieron. Una de los negadoras de las elecciones de más alto perfil, Kari Lake, sigue enzarzada en una reñida contienda con la demócrata Katie Hobbs en las elecciones a gobernador de Arizona, sobre las que CNN aún no tiene proyección.

Puede que los votantes estén descontentos con los demócratas y con el historial de Biden en materia de inflación. Pero se resistieron a entregar el poder a los radicales republicanos que defienden las ideas de Trump.

Sin embargo, Trump, fiel a su estilo, sigue adelante. Su asesor Jason Miller confirmó en el podcast de Steve Bannon que el gran anuncio que el expresidente tiene previsto hacer el martes en Mar-a-Lago será el lanzamiento de una nueva campaña para la presidencia, incluso antes de que finalice el proceso de las elecciones intermedias. Los mítines recientes de Trump sugieren que solo está redoblando sus mentiras sobre el fraude electoral, a pesar de que los votantes las rechazaron en las elecciones de este noviembre.

Una novedad es que puede haber alternativas a Trump en el Partido Republicano. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, por ejemplo, demostró que sabe cómo construir una mayoría sólida con su contundente victoria en la reelección. En 2021, Glenn Youngkin, de Virginia, ganó la gobernación en un estado que Biden había conquistado por 10 puntos el año anterior.

Trump, por su parte, no ha ganado unas elecciones desde 2016. Lógicamente, y mientras los republicanos tratan de atraer al electorado nacional en 2024, hay mejores opciones que Trump. Pero el expresidente conserva un control emocional sobre las bases del partido que decidirán al candidato. Y el lanzamiento del martes, y sus consecuencias inmediatas, ofrecerán las primeras pistas sobre si la asombrosa resistencia a los escándalos que habría condenado carreras políticas ordinarias al fracaso está empezando a desaparecer.

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