OPINIÓN | El mundo necesita gente como David Beriáin
Nota del editor: Juan Andrés Muñoz es managing editor de CNN en Español digital. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor.
(CNN Español) — Hoy desperté queriendo creer que ayer soñé que había muerto el periodista y documentalista español David Beriáin. Pero no.
La avalancha de tuits y homenajes póstumos seguía como aluvión esta mañana, un día después de conocerse la noticia de su asesinato en Burkina Faso junto a su camarógrafo Roberto Fraile a manos de un grupo armado cuando producían un documental sobre la caza furtiva muy cerca de la frontera con Benin.
Y entonces pensé en el narco junior, en el líder Talibán, en el jefe de las FARC, el pandillero centroamericano, el mafioso napolitano… personas que algún día se sentaron a hablar con David para responder a sus preguntas, muchas veces incisivas e incómodas, sin ser juzgadas. Simplemente a ser escuchadas y comprendidas. E imaginé su reacción a la muerte de David. “Aquel periodista me trató como ningún otro. Me escuchó para entenderme. Me miró como a un ser humano”.
Así era el periodismo de David Beriain y Roberto Fraile 3:01
Y es que así era David: persona antes que periodista, y mucho mejor persona que el fenomenal periodista que era.
Cuando David te escuchaba, te clavaba la mirada de tal manera que difuminaba el entorno, desnudaba tu alma y el mundo se limitaba a la conversación que estabas teniendo con él, como si ambos fuéramos las dos únicas personas en este planeta.
Conocí a David en el Congreso de periodismo digital de Huesca en 2009. Yo iba a recoger el premio Blasillo por mi blog Allendegui, y él iba a recibir el “José Manuel Porquet” que galardonaba su forma de “combinar la vieja tradición de buscar la noticia utilizando de forma intensiva las posibilidades de Internet y sus nuevos soportes para contar las historias” en su blog “En pie de guerra”. Pero para mí, el premio de verdad fue conocer a David y a su inseparable camarógrafo Sergio Caro.
Después de aquel encuentro, nos volvimos a ver varias veces, y en la última, en Pamplona, tomándonos un café, nos prometimos un calderete en Artajona, su pueblo. Un calderete que, Dios mediante, espero comerme algún día con David en el Cielo.
Leyendo los testimonios que ha escrito tanta gente tan distinta sobre David es patente la huella que dejó, su talla humana y periodística, siempre más preocupado por las personas que las propias personas por ellas mismas.
Esta mañana me he puesto una camiseta gris de la Universidad de Navarra en homenaje a David y al alma mater donde estudiamos y nos enseñaron a escuchar, a mirar, a pensar en lo que vemos y escuchamos, a escribir lo que pensamos sobre lo que vemos y escuchamos y a intentar entender lo que es el hombre. Sé que David lo aplicó con maestría cada día de su vida.
Sobre la camiseta de la Universidad de Navarra me puse una sudadera que nos regaló mi empresa con la leyenda “The World needs journalists”, porque el mundo necesita periodistas, personas, como David.