Su majestad, Bukele
Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) — En tiempos de desgracia, los poetas prefiguran la realidad.
Roque Dalton, el poeta salvadoreño más prominente, acusado de pequeño burgués y asesinado en 1975 por sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), se lamentaba de que su país no rejuvenecía. Y recomendaba que cada salvadoreño debía recibir un premio de resistencia.
Los restos del poeta Dalton jamás se han encontrado; pero el flaco Roque ha regresado con toda su guasa y todo su inconformismo, tras el esperpéntico espectáculo ofrecido por el presidente Nayik Bukele.
Bukele irrumpió en la Asamblea Nacional de El Salvador, flanqueado por policías y soldados armados de fusiles de largo alcance y vestidos con uniforme de campaña.
Zafarrancho de combate sin enemigos a la vista.
En un momento, el mandatario cerró los ojos y se tapó la cara con las manos; luego le diría a sus seguidores que Dios le había recomendado en ese instante, paciencia.
Bendita ayuda divina. Porque podría haberse venido abajo todo el andamiaje democrático del país.
De tal modo, Bukele intentaba obligar al Poder Legislativo, de mayoría opositora, a que aprobara un polémico presupuesto para garantizar la tercera fase de su plan de seguridad contra las pandillas, uno de los grandes flagelos nacionales.
Bukele ha recibido una condena coral, sobre todo de la sociedad civil. Lo critican incluso los diputados de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) que lo llevó al poder.
La Corte Constitucional le ha pedido a Bukele que se abstenga de usar a los militares ”en actividades contrarias a los fines constitucionales”. Respondió que acata la orden, aunque no esté muy de acuerdo.
Bukele dice que los diputados son unos sinvergüenzas. Y les da un ultimátum: una semana de plazo para que cambien de opinión y aprueben ese presupuesto.
¿Qué hará el jefe de Estado si los parlamentarios no transan?
Bukele es un hombre que parece asido a Twitter, que incluso nombra y destituye funcionarios a través de esa red social.
En 2019 se tomó un selfi antes de pronunciar su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Pero esta vez no hizo lo mismo cuando ocupó el asiento del presidente de la Asamblea Nacional. Se agradece.