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Impulsan igualdad en tratamiento de desordenes alimenticios entre personas de color

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Cronkite Noticias

Por Allison Barton

PHOENIX – Los cambios en el estilo de vida asociados al COVID-19 han aumentado la preocupación entre los profesionales de la salud sobre los trastornos como la anorexia, bulimia, comer compulsivamente y otros desordenes alimenticios.

Pero un grupo demográfico está llamando especialmente la atención: las mujeres de raza negra, quienes durante mucho tiempo han sido ignoradas en esta área especializada de tratamiento.

“Estamos marginadas. Estamos mal atendidas. Nos atienden con prejuicio e ignorancia”, dijo Shelby Gordon, una entrenadora de Health at Every Size quien se dedica a ayudar a las mujeres de raza negra que padecen de desórdenes alimenticios para que aboguen por ellas mismas con los proveedores médicos.

“Los problemas reales –los problemas médicos y mentales reales que estamos tratando de resolver– no son atendidos”, dijo Gordon, “porque todo lo que pueden ver es el número en la báscula”.

Las recientes muertes de George Floyd y otros hombres y mujeres de la raza negra a manos de la policía han provocado indignación nacional, pero también están impulsando nuevas demandas por la igualdad en la justicia penal, los servicios financieros, los medios de comunicación, el entretenimiento, la tecnología, la atención médica y otras industrias.

Gordon dijo que algunos proveedores de atención médica de raza blanca le han contactado para reconocer la falta de proveedores de raza negra especializados en los trastornos alimenticios y para preguntar si su enfoque de tratamiento ha sido adecuado.

Gordon capacita a los equipos para que consideren la raza y la etnia durante las consultas con los pacientes. Los educa sobre los principios de salud en todos los tamaños de carácter inclusivo y de diversidad corporal. Además, ayuda a evaluar las declaraciones de mercadeo y de diversidad para garantizar que son inclusivos.

Es típico para las mujeres de tamaño más grande, en particular, evitar buscar ayuda, dijo Gordon, porque lo primero que se les dice es que necesitan perder peso, independientemente de si llegaron por “un dedo roto o una condición de la piel o COVID-19”.

Históricamente, las mujeres de color han recibido malos diagnósticos y han sido mal atendidas por trastornos alimenticios. En un estudio de 2006, los médicos recibieron la misma descripción de una paciente con patrones de alimentación desordenados, siendo la raza el único factor variable. El 44% identificó como problemático el comportamiento de la mujer blanca, pero sólo el 17% identificó el comportamiento de la mujer negra como problemático. Los médicos también optaron por recomendar menos a la mujer negra para que buscara ayuda profesional.

Aunque hay muchos conceptos erróneos sobre los trastornos de la alimentación en general, una creencia frecuente es que afectan principalmente a las mujeres blancas jóvenes y con bajo peso, pero la investigación muestra lo contrario.

En un estudio de 2011 publicado en el International Journal of Eating Disorders, los investigadores encontraron índices similares de anorexia y trastornos de comercompulsivamente en todas las razas y etnias, pero una mayor prevalencia de bulimia en los participantes negros y latinos. A pesar de esto, las personas de color tuvieron significativamente menos probabilidades de recibir ayuda para tratar los trastornos alimenticios.

Sabrina Strings, profesora de sociología de la Universidad de California, Irvine, sostiene que este estigma en torno a las mujeres negras y sus cuerpos está incrustado en las raíces racistas de la cultura de la dieta, que idealiza la delgadez y oprime a aquellos que no encajan en la percepción social de la salud.

En su libro, “Fearing the Black Body: The Racial Origins of Fat Phobia”, escribe: “La imagen de las mujeres negras con sobrepeso presentadas como ‘salvajes’ y ‘bárbaras’ en el arte, la filosofía y la ciencia, y como ‘enfermas’ en la medicina se ha utilizado tanto para degradar a las mujeres negras como para disciplinar a las mujeres blancas”.

Un artículo de la clínica Mayo de 2019 sobre las disparidades en el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos alimenticios concluyó: “Para explicar este fenómeno, parece que estamos experimentando las consecuencias de una narrativa sobre una enfermedad que salió mal. Un paradigma familiar ha animado a los médicos y al público a imaginar que los trastornos alimenticios son exclusivos de las chicas frágiles y acomodadas de raza blanca”.

La Dra. Lesley Williams, de Phoenix, especialista en trastornos alimenticios, dijo que debido a que hay tan pocos proveedores de color, muchos de sus clientes la buscan principalmente porque ella es una mujer de raza negra y no necesariamente porque sienten que tienen un trastorno alimenticio diagnosticable.

Cuando Williams les dice a los clientes que encajan en los criterios, ella dice “sus ojos (se vuelven) bastante iluminados”.

“Les han dicho principalmente que necesitan comer menos y hacer más ejercicio, y que no tienen suficiente autodisciplina”, dijo. “Ha sido una situación de mucha represión en la que nunca la han visto desde un punto de vista más holístico”.

Jessica Wilson, una dietista y activista corporal con sede en California, dijo que esta disparidad de atención se debe en gran medida a que las personas de color quedan excluidas de las investigaciones sobre trastornos alimenticios. Este vacío ha hecho que sea más difícil para los proveedores desarrollar planes de tratamiento para las mujeres negras.

“Los modelos que estamos usando ahora se desarrollaron hace décadas”, dijo Wilson. “Y no fue hasta hace poco que la gente decía: ‘Oh, tal vez la gente negra y comunidades no caucásicas también tienen trastornos alimenticios'”.

Uno de los currículos que Wilson encuentra problemático es la “prueba de importancia de apariencia” de la publicación de 1997 “The Body Image Workbook”, que pide a los pacientes evaluar las conjeturas sobre su apariencia, incluyendo:

“Al controlar mi apariencia, puedo controlar muchos de los eventos sociales y emocionales de mi vida”.

“Mi apariencia es responsable de gran parte de lo que me ha pasado en mi vida”.

“Mi apariencia física tiene una gran influencia en mi vida.”

Aunque este criterio no se utiliza para diagnosticar médicamente un trastorno de la alimentación, los dietistas y terapeutas todavía utilizan la prueba como una medida de la imagen corporal.

Las mujeres blancas pueden darse cuenta de que su apariencia no afecta la forma en que se perciben en el mundo y que sólo necesitan cambiar su “mal lenguaje corporal”, dijo Wilson, pero la experiencia de las mujeres de color está intrínsecamente moldeada por la forma en que otros ven sus cuerpos y el color de la piel.

En su práctica médica, Williams comparte sus propias experiencias con los clientes para validar algunos de sus sentimientos acerca de cómo la apariencia y el peso afectan su posición en la sociedad.

“Son capaces de identificarse de manera personal con lo que se siente con esa estigmatización: eso edificó la estigmatización, como la mujer, la negra, de un cuerpo más grande”, dijo Williams.

Una de sus antiguas pacientes le confesó recientemente que la comida ha sido su único consuelo en medio de la cuarentena pandémica y algunos de los mensajes racistas que circulan en las redes sociales en medio de protestas por la brutalidad policial.

Williams animó a la mujer a “averiguar cómo navegar y honrar algunos de esos desafíos”, como la incapacidad de acceder a la terapia o implementar la estructura diaria, en lugar de caer en la autocrítica y el juicio en torno a su ingesta de alimentos.

Wilson ha llegado a las redes sociales para exigir la inclusión dentro de la liberación corporal y movimientos de justicia social. A principios de este mes, ella y Alishia McCullough, terapeuta y activista de justicia racial, iniciaron el desafío #amplifymelanatedvoices para elevar a los creadores de contenido, incluidos los dietistas, los entrenadores de alimentación y los defensores de la libertad corporal, que son de la raza negra, indígenas u otras personas de color.

Desde el desafío, Wilson dijo, que mucha más gente se está contactando para entrenarse los unos a los otros o para hacer consultas grupales. Ella ayuda a facilitar un grupo de apoyo alimenticio en Instagram, @COVID19eatingsupport, específicamente para personas de color. Por lo general atrae a unas 25 personas, pero tuvo más de 200 espectadores durante el desafío.

Wilson dijo que cree que el creciente apoyo a la liberación corporal y el desmantelamiento de la cultura de la dieta racista refleja otro movimiento social: Black Lives Matter.

“Creo que ambos están exigiendo visibilidad”, dijo. “Y creo que ambos están nombrando las formas en que la supremacía blanca ha impactado tanto la forma en que se controla a los grupos negros, como también las formas en que los grupos negros reciben tratamientos para trastornos alimenticios, o no”.

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