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¿Cómo hablar sobre las drogas y el alcohol con niños y jóvenes de todas las edades?

(CNN) — Por más flexibles que sean los padres actuales en comparación a las generaciones anteriores, aún existe una serie de de temas incómodos: el consumo de alcohol y de drogas, por ejemplo.

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Ciertamente es más fácil ––y a menudo más atractivo–– para algunos padres hacerse los de la vista gorda. Todo el mundo ha tomado cerveza y fumado marihuana. Eso forma parte del crecimiento, especialmente para los padres que crecieron con acceso a muchas sustancias diferentes. ¿Cierto?

Pero no es así necesariamente. En su nuevo libro The Addiction Inoculation: Raising Healthy Kids in a Culture of Dependence, Jessica Lahey plantea los riesgos del abuso de sustancias en los menores. También, lo que los padres pueden hacer para prevenirlo.

CNN habló con Lahey acerca de por qué el cerebro adolescente es especialmente vulnerable al alcohol y las drogas. También sobre cómo los padres, cuidadores y otros adultos con niños en sus vidas pueden ayudar a los menores en rápido crecimiento a tomar mejores decisiones con respecto al consumo de alcohol y drogas. Además, compartió cómo su propia sobriedad inspiró el libro.

Esta conversación se editó y condensó para mayor claridad.

La adicción es algo personal para ti. ¿Cómo entró en escena eso al escribir este libro sobre los menores y el abuso de sustancias?

Fue aterrador porque no soy la única con un trastorno de abuso de sustancias: también lo tiene gran parte de mi familia extendida. Pero, creo completamente que cuanto más hable de lo que he atravesado, más fácil es para otras personas hablar de sus experiencias. Cuanto más hablo de ello, más puedo borrar el estigma de lo que es.

No fue hasta que me recuperé que me di cuenta de que casi cualquier persona que conoces puede ser alcohólica. Hay muchos perfeccionistas que enfrentan su ansiedad con el alcohol.

¿Cómo el cerebro de los adolescentes se desarrolla de una manera que los hace más vulnerables a la adicción de alcohol y drogas?

El cerebro adolescente está en un proceso de desarrollo y transformación. Y no se termina de completar hasta que los jóvenes tienen poco más de 20 años. Los adolescentes no están programados para la adicción, pero sí para asumir riesgos. Sus niveles iniciales de dopamina (un tipo de neurotransmisor asociado con el placer) son más bajos que los de los niños o los adultos. Las drogas y el alcohol se convirtieron en un camino hacia la novedad y el riesgo, para sentir algo.

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También es más perjudicial para ellos, ¿por qué?

Principalmente porque hay mucho desarrollo en curso, y una vez que ocurre el daño, no puedes regresar y arreglar las cosas. Hay receptores en el cerebro que son críticos para el aprendizaje, la memoria y las emociones que se perfeccionan durante el período de la adolescencia.

Escribes sobre cómo la prevención de adicciones comienza desde una edad temprana. ¿Cuáles son algunas de las sugerencias para los niños pequeños?

Igual que como sucede con el sexo, no hay una conversación única sobre drogas o alcohol. Con los niños pequeños, la mejor prevención es el aprendizaje social y emocional en las escuelas.

También es bueno que los padres conversen sobre los medicamentos en su gabinete. Por ejemplo, en el caso de mi hogar, por qué lo toma mamá y no papá. Es tener conversaciones sobre nuestra salud y lo que ponemos en nuestro cuerpo desde una edad temprana.

En la escuela primaria, ten cuidado con lo que les dices a tus hijos. «He tenido un día tan difícil, necesito un trago para relajarme». Usamos este lenguaje con los niños y, vaya, nos escuchan. Y hacen lo que hacemos y no lo que decimos. Cuando nos ven consumiendo alcohol y drogas para lidiar con la tristeza o las emociones, reciben el mensaje de que para eso sirven el alcohol y las drogas.

Esto parece especialmente importante en la pandemia, cuando muchos padres e hijos luchan contra el estrés, la ansiedad, la depresión o los tres.

Las encuestas demuestran que los adultos han bebido mucho más alcohol durante esta pandemia. Y nuestros niños ven la manera en que usamos las drogas, el alcohol y la comida, para ese caso. Una vez más, no estoy diciendo que no podamos beber, consumir drogas o comer galletas. Lo que digo es que cuando les mostramos a nuestros hijos que esas cosas son una forma válida de enmascarar o adormecer nuestros sentimientos, es mucho más probable que ellos hagan lo mismo. Como nota al margen, digo esto como una mujer que está saliendo de esta pandemia con 4,5 kilos más.

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¿Cómo hablarles a los adolescentes sobre alcohol y drogas?

Conviértelo en una charla sobre la forma en que se comercializan (los productos). Los adolescentes odian ser manipulados. «¿Crees que tomar esa cerveza te hará hermoso y delgado?».

En general, lo que los adolescentes quieren de nosotros es honestidad, información real y pruebas. Cuando usamos tácticas de miedo, simplemente no nos creen. Necesitamos informarles sobre cómo se desarrollan sus cerebros, su factor de riesgo y darles habilidades de rechazo.

Lo mejor que podemos hacer es darles la mayor cantidad de información posible.

¿Cómo se maneja esta situación en tu casa?

Al principio, creí completamente en la idea de que para criar bebedores moderados, debería ser más europea y dejar que mis hijos bebieran sorbos en casa.

Resulta que esto no funciona. No solo porque, a pesar de lo que pensamos, la Unión Europea es, según la Organización Mundial de la Salud, «la región donde se bebe más alcohol en el mundo». Pero también porque los niños con padres que tienen un mensaje claro y constante de abstinencia hasta que el consumo de alcohol sea legal tienen muchas menos probabilidades de desarrollar un trastorno por abuso de sustancias.

Si logramos que alcancen los 18 años, esto protegerá sus cerebros y evitará que corran el riesgo de sufrir un trastorno por abuso de sustancias durante toda su vida.

En nuestra casa, tenemos un mensaje claro: no se puede beber hasta los 21 años.

¿Qué pasa con los años universitarios?

Al principio no sabía si escribiría un capítulo sobre la época de universidad. Pensamos en beber como una parte inevitable de la experiencia universitaria, y creía que solo estaría desperdiciando esfuerzos.

Pero encontré que la cantidad de jóvenes que beben durante la universidad es menor de lo que pensaba. Es un grupo muy pequeño el responsable de la mayor parte del consumo de alcohol en el campus. Las escuelas reconocen cada vez más la importancia de las alternativas sin alcohol.

Los jóvenes tienden a tener una percepción errónea, una sobreestimación para ser específicos, de cuánto beben otros estudiantes universitarios, así como de cuánto alcohol les importa. Luego aumentan su propio consumo de alcohol para que coincida con sus creencias incorrectas sobre cuánto beben otros estudiantes.

Si pudieras tener una varita mágica y cambiar algo cosa ahora mismo sobre la universidad y el alcohol, ¿cuál sería?

Me encantaría que las universidades apoyaran más a los niños que no beben o eligen beber de vez en cuando. No soy antialcohol ni antidrogas. Solo estoy a favor de proteger los cerebros de los adolescentes y mantener a los niños y jóvenes a salvo. Si nuestras expectativas cambian, ellos estarán a la altura de esas expectativas.

Elissa Strauss es colaboradora habitual de CNN, donde escribe sobre política y cultura de la maternidad.

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