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Gabriela Sabatini: «Dejé el tenis a los 26 años porque ya no era feliz jugando»

(CNN Españo) — Gabriela Sabatini es sin duda uno de los grandes íconos del deporte argentino. Una jugadora que junto a Guillermo Vilas puso el tenis en el centro de atención de un país que profesa la religión del fútbol.

Pero detrás de esa jugadora que impresionó al mundo a fines de la década de los años 80 y principios de los 90, hasta ganar el US Open en 1990, se esconde una mujer sumamente tímida, que rara vez da entrevistas.

Por eso, el que se sentara a hablar con Marcelo Longobardi es una ocasión única para revelar facetas de su vida que quizás muchos desconocen. Y por qué no, también para conocer que esa timidez es compartida por el propio Longobardi, que empezó la entrevista con una anécdota personal que une a la tenista con el periodista.

La timidez de Sabatini… y Longobardi

Marcelo Longobardi: Hace 35 años vos eras una estrella del tenis total y yo era un principiante de productor en una radio en Argentina y tenía un jefe que era un tipo bastante malhumorado, llamado Neustadt. Y la segunda tarea que me encomienda -la primera había sido un fracaso- fue: me dice: «Agarra este grabador y vayan al Tenis Club Argentino donde está entrenando Gabriela Sabatini y hágale un reportaje». Entonces yo agarré el grabador y cuando llegué a la puerta me dio vergüenza.

Gabriela Sabatini: ¿No entraste?

Marcelo Longobardi: No, no, y me fui. Y entonces volví y le tuve que explicar. Le dije: «Mire, no me dio bola, no me atendió».

Gabriela Sabatini: Así que ¿me hiciste quedar mal?

Marcelo Longobardi: Te hice quedar pésimo. Me dio como, no sé, vergüenza.

Gabriela Sabatini: Bueno, acá estamos después de 35 años.

Marcelo Longobardi: ¿Esas cosas pasan, no?

Gabriela Sabatini: Y sí, pasan, mucho más en nuestra personalidad, ¿no? Yo me acuerdo una vez que estaba en el aeropuerto y yo tenía 6 años y pasaba Vilas. Y mis padres me dicen: «andá a pedirle un autógrafo». Y yo era muy, muy vergonzosa. Voy con el papelito así, y a los dos metros me doy media vuelta. No, no, no me animo.

Sabatini: enemiga de la fama y de la exposición 0:44

Marcelo Longobardi: ¿Te ha pasado mucho eso de ser vencida por la timidez?

Gabriela Sabatini: Un montón de veces. En el colegio tengo miles de anécdotas de mi madre, de llevarme al jardín, con cuatro años creo que fui. Mi hermano ya estaba en el colegio porque él es cinco años mayor, en el mismo colegio, y mi madre, me acuerdo que me dejó el primer día y yo me quedaba en la ventana viendo a ver si lo veía a mi hermano. Me quería ir de ahí. Me llevó dos o tres veces y la maestra le dijo: «Mire, llévesela a su casa y tráigala más adelante porque no puede estar acá». Y así miles de anécdotas, de darme vergüenza pedir ir al baño…. y bueno, mejor no te cuento lo que sigue, pero cosas así… o en el recreo que me quedaba contra la pared. Si, a mí me ayudó mucho toda mi carrera.

Una carrera intachable

Marcelo Longobardi: Te voy a leer tres palabras que se me ocurrieron libremente hoy: asociación libre. Una es la palabra «intachable». La segunda es la palabra «libertad». Y la tercera es la palabra «felicidad». Que no sé por qué razón las relacioné con vos. Advertí que sos una persona en un mundo tan complicado que ¿has quedado totalmente intachable?

Gabriela Sabatini: Eh, no sé…

Marcelo Longobardi: Poca gente puede exhibir una carrera intachable. En el caso argentino, podemos hablar, ¿de quién? De Fangio, Roberto de Vicenzo, de Guillermo Vilas. O sea, gente seria, digamos. No sé.

Gabriela Sabatini: Yo siempre traté de ser una persona muy humana, de ser, mostrarme quién soy siempre. Siempre me importó más la persona que la tenista. Para mí los valores, los principios, era lo que siempre me mantenía los pies sobre la tierra. Y para mí eso siempre era lo más importante. Más allá de tratar de ganar un partido. Para mí era importante y me exigía que así lo fuera.

Marcelo Longobardi: Pues la segunda palabra, «libertad». Sin conocerte demasiado, se me ocurre que tu vida fue una lucha para conseguir algo de libertad, ¿no?

Gabriela Sabatini: Total. Yo creo que tengo esa palabra entre mis preferidas, porque es eso lo que yo siempre busqué. A pesar de enfrentarme a situaciones difíciles o inclusive dentro de la cancha, esas presiones y de ese mundo tan complejo… Porque no sólo es lo que se ve en la cancha, sino lo que está afuera también, por lo que una pasa, de tratar siempre, de buscar esa libertad, de sentirse libre de poder salirme de esa burbuja que una siempre está viviendo en ese momento. Mi palabra que tengo siempre ahí presente es libertad. Creo que si una trata de ser libre se siente de otra manera, y puede encarar todo de otra manera.

Marcelo Longobardi: Te voy a decir por qué escribí la palabra «felicidad». Felicidad no es lo que nosotros los normales creemos que es, ni lo que ustedes las leyendas creen que es. Nosotros queremos ser como ustedes y ustedes como nosotros, ¿no?, Tu vida ha sido una lucha para ser normal y la nuestra sin éxito, obviamente, ninguno, porque todos queremos ser Larry King, ¿no es cierto? Queremos ser leyenda.

Gabriela Sabatini: Sí, yo creo que depende también cómo lo mires. Todos somos humanos y creo que todos buscamos la felicidad de alguna manera. Te das cuenta que son momentos. Es verdad lo que decís, que si lo miras desde ese lado, que una es famosa y trata de buscar la tranquilidad, la paz, esos son momentos felices. Pero para mí la felicidad tiene que ver también con saber que todos los que te rodean están bien, están felices… que uno puede cuidar de los demás, de pasar momentos con personas que querés. Creo que en ese lugar nos unimos todos.

«Salía de la cancha y no la pasaba bien»

Marcelo Longobardi: Vos tuviste la franqueza de revelar los conflictos que ocurren en la cima del mundo. Uno normal, terrícola, común y corriente, imagina que ustedes están en la cúspide de la felicidad. Y bueno, vos nos revelaste que, por eso iba a la pregunta de la palabra felicidad, vos nos contaste que no es tan así.

Gabriela Sabatini: La verdad es que sí, porque lo que se ve es una cosa y lo que hay detrás son totalmente diferentes. Yo si tengo que recorrer un poco mi carrera, digo:  bueno, hasta los 15, 16 años para mí era un juego el tenis. Después ya no era tanto un juego. Quizás no te das cuenta de ese trance, de ese cambio. Ahí es cuando yo empiezo a jugar más profesionalmente. Y no te das cuenta hasta que quizás cuando dejé de jugar me di cuenta de que el tenis fue un juego hasta una determinada edad. Después ya es un trabajo como todos: te levantas temprano en la mañana, tu alimentación tiene que ser apropiada para lo que estás haciendo, ir a entrenar, hacer preparación física, viajar, terminar un torneo, viajar al otro, constantemente en movimiento. Por eso no es tan sencillo. Y hay días que una no tiene ganas o no se siente bien como para encarar un entrenamiento o un partido. Y ahí tenés que hacer un trabajo mental para poder revertir eso que realmente son desafíos. Otra cosa que a mí me costó mucho, con lo que tuve que lidiar es con la prensa. Porque yo me acuerdo que cuando empecé a ser famosa, que ya estaba entre los primeros puestos del ranking, ya la prensa empezaba a hablar y a exigir el número uno, empezaba a decir cosas como que entrenaba poco, que no quiere entrenar, que le falta esto, que le falta lo otro. Y a mí esas cosas me dolían tanto cuando las leía y eso que no estaban las redes sociales en ese momento. Era sólo leer el periódico. Y entonces me dolía mucho todo eso y tuve que hacer un trabajo bastante importante en ese sentido para poder alivianar la parte tenística, porque yo cargaba con todo ese peso, después iba a jugar con todo eso y era otra persona.

Marcelo Longobardi: ¿Vos creés que esta situación que has descrito tantas veces con tanta franqueza te pasó sólo a vos o le pasa a muchos deportistas en la cima? O sea, ¿fuiste una excepción o parte de una regla?

Gabriela Sabatini: Si, es parte. Yo creo que a todos nos pasa. Es parte del proceso el pasarla mal. Muchas veces. Yo me acuerdo que cuando salimos a nuestra primera gira con Mercedes Paz, ella era cuatro años más que yo, yo tenía 13 años, mi primera gira de juniors. Realmente la pasaba mal fuera de la cancha, porque empezamos en Sudáfrica, nos quedábamos en casa de familia, comíamos a las 7, a las 8 estábamos durmiendo, a las 11 me despertaba prácticamente llorando que extrañaba, después llegar a Europa por ahí a las 2 de la mañana a Niza sin tener hotel, las dos solas. Situaciones así nos pasaron un montón en esa gira y el único momento en el que yo estaba feliz era dentro de una cancha y ahí me olvidaba de todo, pero salía de la cancha y no la pasaba bien.

«Un antes y un después» en Hilton Head

Marcelo Longobardi: Tu traspaso del juego amateur al profesionalismo ocurrió entre tus 15 y 18 años, ahí por el medio…

Gabriela Sabatini: A los 15. Yo en realidad a los 14 años ya empecé a jugar profesionales. Hubo un torneo clave que es el de Hilton Head, que yo tengo 14 años, que ahí se da por un tema de mal tiempo, de lluvia, se suspende el partido. No pude seguir jugando. Al otro día me toca jugar tres partidos en un día y le gano a Pat Shriver, que era el partido que no había terminado, en tres sets. Después le gano a Manuela Maleeva en semifinales y me toca la final con Chris Evert, que ahí pierdo la final. Pero ese fue un antes y un después. Yo creo que ahí ya me dediqué totalmente al profesionalismo y empecé a jugar ahí.

Marcelo Longobardi: De esa generación de tenistas tan fenomenales de aquella época Steffi Graf, Martina Navratilova, Mónica Seles. ¿Ustedes se siguen viendo, siguen en contacto o no?

Gabriela Sabatini: Seguimos en contacto. Con Mónica Seles, de hecho, jugué una exhibición en 2015 y ahí volvimos a retomar el contacto y a veces nos escribimos hoy en día. Con Steffi también me mantengo en contacto. Con Martina, también. Con casi todas, con Mary Piece. Y está bueno, porque lo que pasó después de dejar de jugar fue que nos relacionamos de otra manera. Nunca habíamos tenido mucha relación. En realidad es jugar. Cada una va a conferencia de prensa, se cambia y se va. Es eso nada más. Entonces, cuando terminamos de jugar o cuando yo dejé de jugar, de hecho, jugué un par de exhibiciones para la fundación de Steffi y ahí logramos un contacto y una conexión muy linda. Y es maravilloso porque, bueno, ella me parece una persona espectacular. Siempre la admiré, obviamente, por quién fue y es lindo poder relacionarse desde otro lugar hoy en día.

Marcelo Longobardi: Sí, sí, claro, obviamente. Decime, ¿cuál fue la tenista más importante de esa generación que te tocó enfrentar, que fue tu rival más dramática?

Gabriela Sabatini: Y yo diría Steffi, porque cuando me tocaba jugar contra ella sacaba lo mejor de mí. Yo he jugado mis mejores partidos contra ella…

Marcelo Longobardi: Competir con con ella, te hizo mejor jugadora

Gabriela Sabatini Exactamente. A pesar de que me ganó mucha más veces, ¿no?, pero sí jugamos unos partidos para mí inolvidables.

La vida en la pandemia

Marcelo Longobardi: ¿Cómo te llevaste con la pandemia o cómo te llevás con la pandemia? ¿Qué pasó con tu vida?

Gabriela Sabatini: Bueno, yo estaba en Argentina. En marzo viajé a Miami. Yo generalmente viajo a Miami en marzo y después me iba a Suiza a los pocos días, pero me quedé en Miami. No me pude mover de ahí. Y en realidad terminé quedándome mucho más de lo que yo lo tenía pensado, porque se había paralizado el mundo en ese momento. Los vuelos estaban todos cancelados. Mi vuelo estaba cancelado y tampoco me sentía segura de poder viajar. Miami, dentro de todo, fue más liberal que acá en Argentina. Acá fue muy estricta la cuarentena. En Miami yo podía salir para hacer deporte, podía agarrar el auto e ir a algún lado. Y tengo muchos amigos también en Miami. Entonces en ese sentido estuve más o menos bien. Después pude viajar finalmente a Suiza. Ahí me preocupé un poco porque toda mi familia se contagió el virus. Bueno, mi sobrina Oriana ya se había contagiado en abril y después se contagió toda mi familia, incluida mi madre, que era, digamos, el miedo más grande con ella. Por suerte lo pasaron dentro de todo bastante bien. Pero bueno, era esto de estar todo tan trabado, porque yo tenía que hacer también cuarentena cuando llegué a Suiza, si me iba a algún otro lugar por ahí tenía que hacer cuarentena.

Marcelo Longobardi: ¿Por qué elegiste Suiza para vivir gran parte de tu año?

Gabriela Sabatini: Hacía varios años que tenías ganas de tener la experiencia de vivir en Europa. Siempre me gustó mucho Europa y Suiza. Es un lugar donde tengo amigos. Es un lugar que te ofrece muchas cosas… Tranquilidad por sobre todo. Está muy bueno para hacer deporte también con las montañas. A mí me gusta pedalear, hacer ciclismo y ahí es muy fácil.

La situación en Argentina

Marcelo Longobardi: ¿Te interesa en algo la situación de la Argentina, la pobreza? Sé, y no hace falta que lo cuentes, que has hecho muchas cosas por la Argentina que nadie conoce y no pretendo que las cuentes, pero quiero saber si te preocupa la Argentina.

Gabriela Sabatini: Sí, obvio, es mi país también y claro que me preocupa: mi familia vive acá, mis amigos. Siempre trato de estar escuchándote a vos también.

Marcelo Longobardi: Gracias.

Gabriela Sabatini: Sí, claro que me preocupa. Es un país maravilloso el que tenemos. Es hermoso, me encanta. Cada vez que vengo a Argentina la disfruto muchísimo. Como vengo poco tiempo hoy la disfruto mucho. Tiene muchas cosas para disfrutar. Hay gente muy, muy capaz y bueno. Y esto de la pandemia complicó todo. O sea, es una complicación mundial y Argentina, los países con más problemas, obviamente, que lo sufren mucho más. Entonces, por ese lado duele, duele más todavía.

El movimiento «Me too»

Marcelo Longobardi: Contame cómo te llevás con el fenómeno mundial del «Me too», que tiene por momentos impulsos muy fuertes, después se atenúa, pero que por momentos impacta muy fuerte.

Gabriela Sabatini: Y sí, en los últimos años se ha sentido mucho todo eso. Yo creo que los extremos no están buenos. Y yo obviamente tengo mi pensamiento, pero no me gusta estar expresándome al respecto. Pero sí, sí creo firmemente que los extremos no están buenos. Está bueno, me parece, un debate de estos temas. Creo que hay que discutirlos. Son temas muy complejos a veces. Pero, pero los extremos a mí me dan un poco de miedo.

Marcelo Longobardi: ¿Fuiste víctima alguna vez de alguna clase de acoso, persecución, en tu carrera?

Gabriela Sabatini No, no, no. No he sido víctima. No, no..

La relación con Maradona

Marcelo Longobardi: Contame de Maradona, ¿qué relación tuviste con él?

Gabriela Sabatini: Muy linda. Más cuando jugaba. Yo me acuerdo que en esta gira Júniors, que yo terminé jugando Roland Garros, la final, Diego viene a verme. Yo tenía 14 años. Se vino. Creo que estaba no sé si en Italia o en Barcelona. No me acuerdo en ese momento. Y vino a verme con Claudia y lo veo ahí, sentadito en la tribuna. Yo no lo podía creer. Y bueno, obviamente después, lo conocí, estuve almorzando con él. Yo me acuerdo que después me cargaba porque yo le decía malas palabras en la cancha.

Marcelo Longobardi: ¿En serio?

Gabriela Sabatini: Yo era terrible de chica. Mi madre una vez casi me saca de la cancha por mi mal humor, de romper raquetas muy fácilmente. O sea, es como que me descargaba en la cancha. Después me calmé. Entonces con Diego siempre fue una relación muy linda. Diego siempre apoyó mucho el deporte, siempre llamaba, estaba presente. Compartimos muchos momentos. Cuando yo volví a Argentina nos juntábamos, jugábamos por ahí un poquito al tenis. Yo siempre lo que destaco y creo que todos destacamos lo mismo era el corazón que tenía Diego, ese amor, esa pasión que transmitía, pero el corazón que tenía. Hacía cosas que no hacía nadie.

Marcelo Longobardi: ¿Cuándo te enteraste de su muerte? ¿qué estabas haciendo?

Gabriela Sabatini: Sí, justamente estaba en Miami y cuando me enteré me quedé absolutamente sin palabras y me imagino como todo el mundo. Porque si bien uno no lo veía tan bien a Diego, yo nunca pensé que iba a llegar ese momento.

La afición a la música

Marcelo Longobardi: Contame de tu relación con la música. ¿Qué es lo que cantás?

Gabriela Sabatini: Sí, me encanta. Desde chiquita siempre me gustó cantar. Amo la música. Fue mi compañera de toda la vida, de mi carrera tenística también.

Marcelo Longobardi: ¿Es cierto que viajabas con una guitarra?

Gabriela Sabatini: En un momento sí. Es complicado. Entre las raquetas y la guitarra… estaba complicado.

Marcelo Longobardi: ¿Es verdad que tus amigas de infancia se enteraron que eras una tenista grandiosa por los diarios?

Gabriela Sabatini: Sí, es verdad. Y bueno, ahí está la timidez. Yo no iba a decir nada hasta que mi madre tenía que ir al colegio a sacarme un ratito antes porque tenía que ir a jugar un torneo, y claro, ahí las maestras un poco empezaron a enterarse, pero no tenían ni idea. Hasta que en un momento empecé a salir en los diarios… Y entonces ahí me preguntaban.

Marcelo Longobardi: ¿Y cantás dónde y cómo?

Gabriela Sabatini: Cuando yo dejo de jugar, como me gusta tanto cantar y la música, me dediqué a tomar clases, fui con un profesor. Yo soy amiga de Valeria Lynch. Le pregunto a Valeria que me aconseje un profesor, me mandó ahí con el maestro y tomé clases bastante tiempo y en realidad era como ponerme un poco a prueba y ver qué quería hacer con eso, porque yo no sabía tampoco. Y el maestro quería que cantara. Tenés las condiciones para cantar. Y yo le decía: no, pero no quiero hacer esto. O sea, ya pasé por esto. Estoy un poco agotada. No quiero otra vez esta exposición. Seguiré cantando en privado y canto todo el tiempo. Canto en mi casa.

Marcelo Longobardi: Yo canto en el auto solo, cuando verifico que no hay nadie escuchando, pongo música… como soy horrible, lo hago solo en el auto, pero me doy el gusto de hacerlo.

Gabriela Sabatini: Sí, es muy liberador.

Marcelo Longobardi: ¿Y qué te gusta escuchar? ¿Qué música escuchás?

Gabriela Sabatini: Escucho un poco de todo. Música romántica, música pop. Me gusta escuchar un poco de todo.

Marcelo Longobardi ¿Y eventualmente qué cantarías?

Gabriela Sabatini: Luis Miguel me gusta mucho…

Apasionada del café

Marcelo Longobardi: Contame otra cosa más. ¿Qué es este mundo que te metiste en el mundo del café?

Gabriela Sabatini: El café… Otra de mis pasiones nuevas que tengo. Hice un curso de barista hace unos años en Suiza y me encanta. Me encanta no sólo el café en sí, sino que me encanta todo lo que rodea al café. Ir a un café. Los lugares, cómo son, el café de especialidad. Hoy en día, cuando voy a cada ciudad, me hago una lista de los cafés de especialidad y me gusta conocerlos. Es un mundo que si te metés no salís más. Es un poco como el vino. Y bueno, así me encanta, me encanta. Ojalá algún día haga algo con eso.

Marcelo Longobardi: ¿Los perfumes Sabatini siguen existiendo? Obviamente.

Gabriela Sabatini Sí, sí, sí, siguen estando. Hay como 15 diferentes perfumes en todo el mundo. Bueno, desde el 86 que estoy trabajando con esto del perfume. Y sí, algo diferente, que está bueno.

El éxito y la fama

Marcelo Longobardi: ¿Nunca te mareaste con el éxito, la plata, la fama, los diarios, el público, la gente que te quiere?

Gabriela Sabatini: No. Quizás es lo que hablábamos al principio: esa exigencia de mantener los pies sobre la tierra y no olvidarse de una de dónde viene. Y esas cosas duran poco tiempo… La fama. Aparte, a mí nunca me gustó mucho la fama, el dinero, al contrario. Creo que siempre traté de estar con los pies sobre la tierra, de ser respetuosa y humilde.

Marcelo Longobardi: ¿Cómo te va hoy en el mundo, cuando andas por la calle, tomando café o tarareando en tu mente una canción, o paseando por Suiza en bicicleta?

Gabriela Sabatini: Bien tranquila, súper tranquila. Acá quizás en Buenos Aires, donde la gente me reconoce mucho más, pero disfruto un montón eso. Me encanta hablar con la gente hoy en día. Lo disfruto mucho. Y afuera sí, tranquila. Depende de dónde a veces. Quizás en Italia un poquito más…

Los motivos por los que nunca se casó

Marcelo Longobardi: Tengo una pregunta también un poquito delicada, porque yo conozco algo de la familia Sabatini. En Argentina todo el mundo sabe de tus padres. Lo relevante que han sido en tu carrera. Todo el mundo conoce tu hermano y su esposa Catherine Fulop y a su hija Oriana. Y uno puede percibir, digamos, familias consistentes, digamos, aún considerando la fama de tu hermano Osvaldo y de su esposa, que son una pareja muy estable. ¿Por qué viniendo de familias tan establecidas, digamos, y tan unidas, y siendo vos tan familiera al mismo tiempo, nunca hiciste tu propia familia?

Gabriela Sabatini: Buena pregunta. No, yo creo que son cosas que se tienen que dar también. Yo creo que el hecho de tener la vida que tuve también era muy difícil poder conocer a alguien, estar con alguien. Está bien que después dejé pronto. Siempre me gustó viajar. Soy una persona a la que le gusta mucho estar sola. Me cuestan un poco las relaciones y tengo muchos amigos y yo creo que de esa manera quizás como que completé esa parte. Cuando una es joven una siempre sueña quizás con tener hijos, pero después, cuando fui siendo más grande, nunca tuve esas ganas o deseos de tener hijos. No sé, creo que no es fácil tener un hijo. Pienso que pasa por ahí. Es decir que soy una persona bastante que le gusta estar sola.

Marcelo Longobardi: Cuando miras para atrás, me imagino que tu vida es una una película tremenda. Cuando miras para adelante, ¿ves algo?

Gabriela Sabatini: Trato de no mirar mucho para adelante, y menos hoy en día, con todo lo que pasa. Lo más difícil a veces es meterse en el momento y vivir el momento. Cuesta a veces, pero trato de vivir los momentos. Pero no pienso tanto en el futuro. Obviamente que ahí hay miedos. El cumplir 50 años no es cosa sencilla, con todo lo que eso lleva. Es un momento de la mujer de muchos cambios y los cuales vivo. No es fácil. Y una va pensando que ya le queda más tiempo del que vivió. Pero también con todo esto que pasó de la pandemia pone las cosas en otro lugar. Como que la vida o la muerte pasó un poco a segundo plano. Y hoy como que está muy fuerte en mí el tratar de vivir el momento, porque yo no sé, mañana sí, sí estamos. Yo no sé mañana si voy a poder hacer eso, entonces lo tengo que hacer.

El tenis y la felicidad

Marcelo Longobardi: Finalmente, después de 35 años de ser quién sos. ¿Conseguiste ser feliz?

Gabriela Sabatini: Yo siempre me considero que fui siempre una persona feliz. En el momento que no sentí eso o que estaban contaminadas las cosas o que no estaba tranquila, cambié de rumbo. De hecho, dejo el tenis por eso. Yo tenía 26 años nada más. Pero ya no era feliz jugando al tenis. Entonces, cuando empiezo a sentir eso ahí, cambió. Cambio de rumbo.

Marcelo Longobardi: Hay que tener valentía para decir eso…

Gabriela Sabatini No, obviamente que no es de un día para el otro. Es un proceso. Yo no tomé la decisión de un día para el otro. Me llevó un par de años porque no estaba tampoco al cien por ciento segura de qué se trataba de lo que me estaba pasando. De hecho, trabajé con un psicólogo para que me ayudara y hasta que me di cuenta de que sí: no quería jugar más. Entonces, para todo eso yo necesito un proceso y un tiempo de análisis y de ver qué pasa.

Marcelo Longobardi: Bueno, me costó 35 años volver a encontrarme con vos y haber podido entrevistarte finalmente, después de aquel acto de timidez que me dio acá en la puerta y todavía sigo preguntándome ¿qué había escrito acá? Y me quedo con la duda de qué le quise preguntar Gabriela Sabatini.

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